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La COP 26: Adaptación y Pérdidas y Daños, sube el reconocimiento, pero sigue la poca acción
Hace 2 años
Blog de una serie de notas sobre la vigésimo sexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26) y balance de sus resultados.

Por Gianleo Frisari (BID), Micaela Carlino (FTDT).

El Acuerdo de París (AP) incluye un objetivo global de adaptación a los impactos adversos del cambio climático – en el artículo 2 (b). En la COP26 se hicieron públicas nuevas promesas financieras para apoyar a los países en desarrollo en la consecución de este objetivo. Además, las nuevas normas de los mecanismos de cooperación internacional y de comercio de carbono (incluidos en el «Artículo 6»), acordadas en la COP26, generarán también recursos adicionales para la financiación de la adaptación. En particular, se decidió que una parte de los ingresos del nuevo mecanismo de la CMNUCC basado en el mercado y establecido por el artículo 6.4 del AP se recaudará para ayudar a las Partes que son países en desarrollo especialmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático apara sufragar los costos de adaptación.

Si bien hubo avances en el proceso de jerarquización de la adaptación en el Pacto Climático de Glasgow, en la práctica no se registraron concreciones sustantivas. En este sentido, se evidencia un aumento de las declaraciones sobre la necesidad de atender las dificultades y las complejidades implícitas en las acciones de adaptación y se estableció la necesidad de hacer operacional el Programa de Trabajo Glasgow – Sharm el-Sheik, que permita una plena y sostenida implementación de la Meta Global de Adaptación (Párrafo 11, CMA.3), a la vez que a medir esos avances. Entre otras cosas, este programa de trabajo ayudará a mejorar la comprensión del objetivo global de adaptación y a determinar los avances en esa dirección.

Por otra parte, el AP (Artículo 9.4) establece que la provisión de recursos financieros ampliados debe tener como objetivo lograr un equilibrio entre la adaptación y la mitigación. De hecho, existe la aspiración política de lograr un equilibrio entre ambos, si bien con una mayor proporción de la financiación para la adaptación destinada a los países más vulnerables. No obstante, de la Cuarta Evaluación Bienal y el Panorama de los Flujos de Financiación para el Clima se evidencia que la financiación para la adaptación se ha mantenido solo entre el 20% y el 25% de la financiación concesional comprometida por todas las fuentes.

La COP26 instó a las naciones desarrolladas a duplicar, como mínimo, su provisión colectiva de financiación para la adaptación para el 2025 con respecto a los niveles de 2019, con el fin de contribuir a lograr este equilibrio entre adaptación y mitigación (Párrafo 18, CMA.3. Las Partes acogieron con satisfacción las nuevas promesas de contribuciones al Fondo de Adaptación (por un total de más de 350 millones de dólares) y al Fondo para los Países Menos Desarrollados (LDCF) (por un total de más de 600 millones de dólares), que se traducirán en ayuda a los más vulnerables para reforzar su resiliencia ante el empeoramiento de los efectos del cambio climático.

Por otra parte, las cuestiones relacionadas con los abordajes destinados al tratamiento de las Pérdidas y Daños (P&D) continúan con escasos avances. A pesar de las múltiples menciones a la equidad que se hicieran en las discusiones y sesiones previas a la COP26 no se han concretado otras definiciones sustantivas sobre P&D en los acuerdos.

La Red de Santiago se estableció en la anterior COP25 para catalizar la asistencia técnica para evitar, minimizar y abordar las P&D en los países en desarrollo. En la COP26, las Partes adoptaron las funciones de la Red y establecieron un proceso para seguir desarrollando los acuerdos institucionales y de financiación necesarios.

Este avance permitirá identificar las necesidades y prioridades de asistencia técnica, y catalizar más eficazmente la asistencia técnica impulsada por la demanda para evitar, minimizar y abordar las pérdidas y los daños a nivel local, nacional y regional.

Las Partes también establecieron el Diálogo de Glasgow, que tendrá lugar en los próximos tres años, para discutir los acuerdos de financiación de las actividades para evitar, minimizar y abordar las P&D.

Para responder a los riesgos climáticos presentes y futuros se requiere aumentar significativamente la escala de financiación para la adaptación, de todas las fuentes, es decir, públicas y privadas. Todos los actores deben participar: los gobiernos, las instituciones financieras y el sector privado. En este contexto, se han realizado declaraciones para promover la financiación de proyectos que reviertan la pérdida como lo es la Declaración conjunta de los bancos multilaterales de desarrollo: Naturaleza, Gente y Planeta.

Los Bancos Multilaterales de desarrollo se comprometen además a desarrollar proyectos, modelos de negocio y/o instrumentos innovadores de financiación para apoyar la actividad económica, que buscan revertir los motores de la pérdida de naturaleza y promover la protección, la restauración y el uso sostenible de la naturaleza y sus servicios a las personas.

La COP27 en Sharm el-Sheik, Egipto, en 2023, será una conferencia enfocada a la adaptación y a su financiamiento, pues África ha venido reclamando insistentemente recursos financieros sustantivos para adaptarse a la vez que contribuir a la mitigación en la medida de sus posibilidades. Casi de manera equivalente, P&D ocupará un lugar igualmente central.

Por lo tanto, los flujos de financiación movilizados para cumplir el objetivo colectivo actual y futuro deben ampliarse para garantizar que los países vulnerables puedan atender sus necesidades de adaptación, reducir su vulnerabilidad y aumentar su resiliencia, para hacer frente a peligros climáticos diversos como, entre otros, las inundaciones y las sequías.

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