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La COP 26: Impactos en la economía real
Hace 2 años
Blog de una serie de notas sobre la vigésimo sexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26) y balance de sus resultados.

Por Gianleo Frisari (BID), Micaela Carlino (FTDT).

Seis años después de la firma del Acuerdo de París, y con los impactos climáticos sintiéndose cada vez más en todo el mundo, la COP26 fue una primera prueba del «mecanismo de ambición» del acuerdo para aumentar las promesas de mitigación de los países con el tiempo.

Durante la COP26 se hicieron crecientemente visibles algunas de las primeras manifestaciones de respuesta al compromiso demandado a los líderes mundiales presentes en la COP 26 para que produzcan unas decisiones orientadas a desplegar una radical transformación a escala planetaria.

Dentro de los rasgos destacados que revelan un cambio sustantivo en el impulso político que empujaba hasta aquí las negociaciones se encuentra la generación de alianzas y coaliciones para impulsar cambios sustantivos en sectores claves de la economía real desde el punto de vista de sus emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente en América Latina y el Caribe: uso de la tierra y protección de los bosques, extracción de combustibles y generación de energía, hacia el transporte urbano y de carga.

Como parte de las actividades de alto nivel de la COP 26, el evento Cumbre de Líderes Mundiales, dedicado a la Acción para los Bosques y el Uso de la Tierra, hizo posible constituir una alianza casi sin precedentes de gobiernos nacionales, actores no estatales, corporaciones y más de 30 instituciones financieras. El compromiso político involucra a países que suman aproximadamente el 90% de los bosques del mundo y se hace tangible en una declaración común. La “Declaración de los Líderes de Glasgow sobre Bosques y el Uso de la Tierra” del 3 de noviembre de 2021, y firmada inicialmente por 128 países, compromete a los países signatarios a trabajar colectivamente para detener y revertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra al 2030, al mismo tiempo que se hace posible el desarrollo sostenible y se promueve una transformación rural inclusiva. Además del objetivo de frenar la deforestación y revertir la pérdida de bosques hacia el 2030, la Declaración comprende el compromiso de 12 países donantes de proveer 12 mil millones de dólares de financiamiento climático público entre el 2021 y el 2025 para capitalizar una nueva obligación para el Financiamiento Global de los Bosques con el propósito de apoyar la acción en los países en desarrollo, incluyendo la restauración de tierras degradadas, hacer frente a los incendios forestales, e impulsar los derechos de los pueblos originarios y las comunidades locales. A ello se agrega un compromiso complementario formulado por 14 países y donantes filantrópicos que han prometido integrar entre 2021 y 2025 aportes por $1.7 mil millones para promover los derechos de tenencia de la tierra de los Pueblos Originarios y las comunidades locales para apoyar su papel como guardianes de los bosques y de la naturaleza. Adicionalmente, al menos unos 7,2 mil millones de dólares han sido movilizados desde el sector privado con el objeto de aumentar el monto de los fondos disponibles para materializar acciones en relación con la preservación de los bosques[1]. Resta ver cuáles serán los arreglos institucionales para administrar estos fondos y los requisitos asociados al acceso a recursos.

Por otra parte, se lanzó el Compromiso Global de Metano, con foco también en el 2030, que lanzado por la Unión Europea y Estados Unidos rápidamente agrego’  103 signatarios, que incluye a países que emiten casi el 50% de todas las emisiones de metano, entre ellos Brasil, Nigeria y Canadá. El objetivo global de esta alianza es reducir las emisiones de metano en un 30% para el 2030 respecto de los niveles del 2020. El principal foco de las acciones que se proponen está puesto en la industria de los combustibles fósiles. No obstante, algunos emisores significativos no hacen parte del compromiso anunciado, entre ellos India, China y Rusia, que están entre los cinco principales emisores de metano, lo que podría limitar el alcance de los resultados que pudieran alcanzarse.

Con la misma lógica de mostrar compromisos, la Presidencia de la COP 26 produjo una nueva declaración “Global Coal to Clean Power Transition Statement”, por la cual casi 190 países se comprometen a expandir la energía limpia y asegurar una transición justa mientras eliminan el uso de carbón. Por su parte, grandes instituciones financieras, partícipes del acuerdo, se comprometen a suspender el financiamiento de nuevas plantas térmicas a carbón a partir de 2021, mientras 25 países e instituciones financieras públicas prometen suspender el apoyo al sector de la energía térmica a carbón hacia el fin de 2022.

En este sentido, también 33 gobiernos – incluidos Chile, El Salvador, Paraguay, Republica Dominicana, y Uruguay, y unas ciudades de America Latina –  se comprometieron a acelerar la transición a 100% de los vehículos y vans cero emisiones, de esta manera se pone fin a la venta de coches que no sean vehículos eléctricos después de 2035 (2040 en los países en desarrollo). Como parte de este compromiso, las instituciones financieras confirman su apoyo poniendo a disposición de los diferentes actores clave el capital y los productos financieros que permitan esta transición.

La COP26 ha impulsado compromisos en sectores claves de la economía, permitiendo vislumbrar el paso de las promesas a la transformación de la economía real, que tendrán impactos desde el punto de vista ambiental, social y económico. Los países de América Latina y el Caribe forman parte de dichos esfuerzos a la vez que se busca asegurar que el paso a una economía sostenible se haga de manera equitativa.

[1] https://www.gov.uk/government/news/over-100-leaders-make-landmark-pledge-to-end-deforestation-at-cop26

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