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La COP 26: Impulso a la transformación
Hace 2 años
Blog de una serie de notas sobre la vigésimo sexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26) y balance de sus resultados.

Por Gianleo Frisari (BID), Micaela Carlino (FTDT).

Finalizó la COP 26 hace menos de un mes. Las evaluaciones sobre la Conferencia, sus logros y sobre el Glasgow Climate Pact, el conjunto de decisiones adoptadas, abarcan un espectro amplio de valoraciones que va desde la celebración por el progreso alcanzado hasta la decepción, especialmente de representantes de la sociedad civil y de los jóvenes, cuando se contrastan los acuerdos concretados con algunas de las expectativas previas. En lo que sigue introducimos elementos del análisis de sus resultados.

Cualquier juicio sobre los resultados de Glasgow es en cierto sentido prematuro. El objetivo de la COP 26 debía ser, y efectivamente lo ha sido, poner la responsabilidad en hacer viable la implementación de la acción climática, lograr que el proceso ganara momento, dado que el mundo sigue estando muy lejos de estabilizar el aumento de la temperatura global en 1,5ºC por lo que se requiere una mayor e inmediata colaboración internacional hacia la consecución de este objetivo.

De modo que el éxito se calibrará -a medida que pase el tiempo- por la magnitud de los compromisos anunciados en la Conferencia que se hagan realidad en esta década, en acciones climáticas concretas que resulten de los acuerdos hoy alcanzados y de las decisiones adoptadas.

Por otra parte, distintos actores podían tener diferentes expectativas sobre lo que era preciso lograr en Glasgow y luego ponderar lo que allí sucedió desde sus diversas perspectivas.

Los países, los gobiernos nacionales y subnacionales, las instituciones financieras, las corporaciones, la sociedad civil, las ciudades, las comunidades locales, y otros actores involucrados, esperaban y a la vez requerían de estas sesiones en Glasgow tanto señales políticas robustas como marcos consistentes y claros para la toma de decisiones que son de variada naturaleza y alcance.

En cualquier caso, pese a esas diferentes miradas, es posible hoy enunciar cuatro rasgos destacados que revelan un cambio sustantivo en el impulso político que empujaba hasta aquí las negociaciones:

• La articulación de la intención colectiva de aumentar la acción climática de todos los actores -en esta década- para adoptar un sendero que conduzca a 1.5 º C. En el proceso este objetivo se sintetizó como “mantener viva la meta de 1.5 º C”.

• Poner el mayor énfasis en asegurar la integridad, la transparencia y la confiabilidad de los procesos y mecanismos que se ponen en marcha a partir de ahora y la información que se reporte.

Resolver los incumplimientos en materia de financiamiento climático y garantizar un proceso de provisión predecible de recursos financieros para los países en desarrollo en los próximos cinco años.

• Alianzas y coaliciones para impulsar cambios sustantivos en sectores claves de la economía real desde el punto de vista de sus emisiones de gases de efecto invernadero (de acuerdo a diversas promesas y declaraciones por países como la transición hacia el abandono de la generación de energía de carbón, reducir las emisiones de metano, conservar los bosques y otros ecosistemas terrestres y acelerar su restauración, acelerar la transición a 100% de los vehículos y vans cero emisiones, una síntesis de vectores claves de transformación de la economía).

• Conformar el rol crucial del sector financiero con avances desde la regulación y supervisión financiera en tema de transparencia y reporte, así como compromisos de las instituciones financieras a desarrollar estrategias Net Zero alineadas al Acuerdo de Paris.

La intención que todos los países lleven a cabo una acción climática más ambiciosa – consistente con una reducción de emisiones del 45% de aquí al 2030, y con emisiones netas cero al 2050 – revela que el eje de esta Conferencia de las Partes fue el énfasis en la acción a corto y mediano plazo. Por eso, en una decisión clave se requiere a las Partes que revisiten y refuercen para el 2022 las metas al 2030 que ya hayan declarado en sus contribuciones determinadas a nivel nacional y la convocatoria a mesas ministeriales anuales de alto nivel sobre la ambición pre-2030, a partir de 2022.[1]

No obstante, se acordó el Programa de Trabajo de Glasgow – Sharm el-Sheikh sobre el Objetivo Global de Adaptación, que impulsará la acción de adaptación. Es la primera vez que se acuerda un objetivo de financiación específico para la adaptación a nivel mundial. Se han prometido cantidades récord de financiación para la adaptación, incluido el compromiso de duplicar los niveles de financiación para la adaptación de 2019 para 2025.

En las próximas notas le dedicaremos un análisis específico a cada uno de los principales elementos que componen los resultados de la COP 26:

• La economía real
• El sector financiero
• Mitigación
• Adaptación y Pérdidas y daños
• Financiamiento sostenible

[1] Decisión -/CMA.3, Párrafos 29 y 31.

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