El mercado de bonos vinculados a la sostenibilidad (SLB, por sus siglas en inglés) ha experimentado una fuerte expansión en los últimos años, alcanzando los 135.000 millones de dólares en valores en 2021, con un acumulado adicional de 46.600 millones de dólares durante la primera mitad de 2022 según la Iniciativa de Bonos Climáticos (CBI).

Los bonos SLB son instrumentos en los que los emisores predeterminan objetivos de rendimiento de sostenibilidad e indicadores clave, incluidas sanciones financieras en caso de que los objetivos no se cumplan después de un tiempo acordado previamente.

De acuerdo con un posteo reciente en el blog de BID Invest, los bonos SLB son una herramienta importante para fomentar los resultados ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) deseados, pero los incentivos también pueden traer consecuencias negativas no deseadas si se elaboran de manera deficiente. Para abordar las posibles deficiencias, la Emerging Markets Investors Alliance («EMIA») ha publicado su segunda edición de los “Principios de bonos etiquetados mejorados” para promover el desarrollo de bonos etiquetados y SLB que permitan una contribución significativa hacia la incorporación de factores ASG. Entidades como BID Invest también están trabajando en incorporar en su mercado de inversiones las mejores prácticas y acciones para abordar las posibles deficiencias de bonos SLB y establecer mejores puntos de referencia.

Los autores finalmente remarcan que más allá del conocido riesgo para la reputación por “ecoblanqueo” o greenwashing, existen puntos de atención en relación con la integridad del mercado de bonos SLB que se pueden agrupar en tres áreas principales: (a) Objetivos y métricas insuficientemente sólidos y ambiciosos; (b) Incentivos elaborados incorrectamente; y (c) Brechas estructurales.